Obama y Harris critican la gestión de Trump, desde los aranceles hasta la inmigración Mientras el expresidente dijo que no creía que los aranceles fueran buenos para la economía del país ni para la global, Harris se unió a sus críticas en torno a lo que ambos califican como un asalto al estado de derecho.
Barack Obama y Kamala Harris han expresado críticas hacia la gestión de Donald Trump, abordando temas como los aranceles y la inmigración.
Obama señaló que no considera que los aranceles sean beneficiosos para la economía nacional o global, mientras que Harris calificó algunas de las acciones de Trump como un “asalto al estado de derecho”.
Ambos destacaron preocupaciones sobre las políticas y decisiones recientes de la administración Trump Mientras buscan argumentos eficaces para atacar a la vicepresidenta Kamala Harris,
los republicanos están poniendo los ojos en el papel que ha desempeñado en las políticas fronterizas y migratorias del gobierno de Biden, intentando culparla del aumento de inmigrantes que han llegado a Estados Unidos en los últimos años.
Un análisis de su participación en el asunto muestra un historial más matizado. El presidente Biden no le asignó el cargo de “zar fronteriza” ni la responsabilidad de supervisar las políticas de aplicación de la ley en la frontera entre EE. UU.
y México, como sugirió el martes la campaña de Trump en su primer anuncio dirigido contra ella. No obstante, ella sí tuvo un papel destacado en tratar de afianzar que un aumento récord de la migración mundial no se agravara aún más.
Luego de que el número de migrantes que cruzan la frontera sur alcanzara niveles históricos en algunos momentos de los tres primeros años del gobierno,
los cruces han caído a sus niveles más bajos desde que Biden y Harris asumieron el cargo. Sus primeros esfuerzos en el rol y las políticas de la gestión fueron ampliamente criticados —incluso por algunos demócratas— como torpes y contraproducentes
especialmente al mostrarse a la defensiva al cuestionarle por qué no había visitado la frontera. Algunos de sus aliados consideraron que se le había encomendado una misión sin posibilidades de ganar. En los primeros días del gobierno de Biden,
Harris desempeñó un papel que llegó a definirse como una combinación de jefa de recaudación de fondos y conducto entre los líderes empresariales y las economías de Guatemala, Honduras y El Salvador.
Su intento de convencer a empresas de todo el mundo de que invirtieran en Centroamérica y crearan puestos de trabajo para los posibles migrantes tuvo cierto éxito, de acuerdo con expertos en inmigración y funcionarios y exfuncionarios del gobierno.
Sin embargo, estos éxitos solo resaltaron la magnitud del abismo de oportunidades económicas entre Estados Unidos y Centroamérica,
y la manera en que las políticas creadas para reducir ese abismo podrían tardar años, o incluso generaciones, en dar resultados.