Los narcotraficantes y los terroristas Trump quiere catalogar a los narcotraficantes como terroristas. Esto puede tener consecuencias en México y el único antídoto es una correcta estrategia de seguridad.
La tentación de catalogar a los cárteles de las drogas como organizaciones terroristas es recurrente. Son diversas las voces que indican que sería una solución para enfrentar el problema de las adicciones y la violencia desde los Estados Unidos.
Lo dijo Donald Trump, hace unos días al señalar que “todos los miembros de las pandillas extranjeras serán expulsados y designaré inmediatamente a los cárteles de las drogas como grupos terroristas extranjeros. Lo haré de inmediato.”
El amago tiene fecha: el 20 de enero próximo, el día de la toma de posesión. Antes, en 2022, los ficales de 21 estados enviaron una carta al presidente Joe Biden y al secretario de Estado, Antony Blinken, pidiendo mayores herramientas,
entre ellas la catalogación de organizaciones terroristas extranjeras y fueron específicos sobre la “la inhabilidad del gobierno mexicano”. Greg Abbot, el gobernador de Texas, emitió una orden ejecutiva a ese respecto, además de las iniciativas legales que se han presentado en el Congreso a nivel federal.
Si se llegara a implementar semejante medida, tendría implicaciones tanto en México como en EU, porque las agencias de seguridad adquirirían un margen mayor de actuación e inclusive se podrían autorizar operaciones en el extranjero para neutralizar a objetivos específicos.
Hay al menos dos planos de la discusión, que hay que tener en cuenta. El primero es respecto a la catalogación de terroristas para los jefes de las bandas, la que es debatible. En teoría, la definición se refiere a cofradías impulsadas por motivos religiosos o políticos,
donde el aliciente de obtener ganancias financieras no es medular, aunque utilizan redes de lavado de dinero en la que participan otros tipos de criminales. Los narcotraficantes no son considerados terroristas, pero usan amenazas y violencia que puede caracterizarse como terrorista.
La otra arista es práctica. ¿Qué hacer, desde la perspectiva de México ante los anuncios de Trump? Para empezar, hay que tomarla en serio. Esta vez no es solo una baladronada ya que no existen los equilibrios que hicieron que pospusiera una idea semejante en 2019.
Si bien se tienen que rechazar prácticas intervencionistas, hay que actuar, con determinación, en el ámbito interno, contra los cárteles de las drogas. La mejor defensa es el ataque a los criminales. Más que pelear con Trump en ese tema,
hay que desplegar una estrategia de seguridad eficiente que, entre otras variables, también contemple el cambio de las percepciones a partir de resultados. Para Trump la solución contra la criminalidad radica en acciones policiales o militares contundentes.
La historia indica que no es por ahí la mejor ruta para enfrentar el problema, pero tampoco lo ha sido la de dejar que se autorregulen entre ellos mismos, a cambio de una pax narca, como venía ocurriendo en Sinaloa hasta el secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada.
La solución estriba en la colaboración y coordinación entre ambos países. La pregunta que hay que hacerse es si los cárteles de las drogas pueden ser combatidos como organizaciones criminales convencionales.
Es probable que por ahora se encuentren todavía en la esfera de la seguridad pública, pero eso no es estático y puede cambiar. Cuentan con armamento sofisticado y realizan actividades de inteligencia.
Más allá de la agenda de Trump, es urgente que en nuestro país se revierta la impunidad, porque, de otra forma, las presiones serán cada día mayores. El enemigo está claro y es compartido, son los criminales, los que trafican, extorsionan y asesinan.